Comentario preliminar |
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Ya se ha leído acerca del campo como punto de partida para un hecho literario. En este caso, el poema de Matías Bragagnolo no discute de gauchos ni de identidades nacionales: el campo es el escenario para polemizar sobre sexo, cuerpos y confusiones. |
Por Matías Bragagnolo
¿Se debe este estado excelso
en el que navego por horas
a la concupiscencia mística que se eleva
cual vapor del sucio suelo,
engendrada por la dialéctica
de la juventud de nuestros cuerpos,
o posee este establo una energía
preexistente, mágica e invocada
a través de rituales fisiológicos
que se integran al olvido de Dios,
del Amo y de la Sagrada Familia,
sirviendo como sustento de una
única sed violenta que nos posee y nos
engendra en simultáneo, al unísono
con la insistente fricción y la desnudez
edénica plagada de una paradójica
sabiduría que reprende cada instante de alerta,
de confusión, fugaz pero incapaz de
sustituir las miradas que encierra la madera de
las paredes, la saliva, el semen, el sudor y
el fluido de tu oráculo que este techo de paja
protege para que sobre el heno nuestros brazos,
piernas, cabezas, torsos y nalgas se entrelacen en
contorsiones dionisíacas e inconmensurablemente
hedónicas, todas causa y consecuencia de las
sucesivas muertes que nos provocamos
en medio de la experiencia más noble que
un mortal puede experimentar cuando
el instinto hace ebullición en la caldera
de la atracción mutua y el amor fiel,
destinado a fundirse en un universo
que, concedido por la ocasión, se
expande e implota a nuestro alrededor?
3 comentarios:
¡Sublime!, me gustó.-
¡¡¡Muy bueno!!! Me encantó.
Excelente!
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